Hoy en día se nos presenta la época victoriana, como una utopía del pasado, en el que el lujo, el buen gusto, y las buenas maneras, además del obvio avance tecnológico, marcaban las vidas de todos los bretones.
Esto, lógicamente es pura apariencia, porque la realidad se encuentra en un primer plano de dulzura hermosura e inocencia, contrastado fuértemente con un trasfondo mucho más siniestro y sucio. Estos tiempos escondían desagradables fumaderos de opio, calles infestadas de enfermedades y prostitutas, la esclavitud, el trabajo infantil y las duras vidas de los obreros explotados por las ansias burguesas de triunfo económico. Como consecuencia de todo esto aparecieron también en las calles asesinos que llegaron a ser conocidos como es el caso de Jack el destripador.
Así pues tanto la época como la sociedad victorianas se caracterizan de una doble apariencia, y de una doble moral.
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